¡Qué miedo da cambiar! Nada cambia tanto a una persona y a su entorno como la muerte de alguien a quien se ama mucho y que juega un rol muy importante en la vida, de un momento a otro un ser humano se encuentra viviendo en un mundo que no reconoce e incluso se descubre no reconociéndose a sí mismo dentro de él y es que mirar la muerte de frente cambia totalmente la perspectiva de la vida, todo pareciera ser igual y sin embargo todo se mira diferente.
Al principio la esperanza de que de alguna forma las cosas regresen a ser como eran antes sostiene un poco, pero la muerte del cuerpo es irreversible y definitiva, es una situación inmodificable de la vida, esa persona amada que murió físicamente no va a volver ¿qué hacer entonces con todo el amor que se queda sin destino? ¿qué hacer con ese vínculo que se siente en el corazón pero que aparentemente no une con nada? ¿Cómo es posible que el destinatario del amor ya no exista y sin embargo éste siga vibrando sin poderlo evitar?
Tantas dudas, tantas preguntas, tanta confusión que no encuentra respuesta en el mundo que se conocía, para entender entonces es necesario cambiar. Cambiar la forma de mirar y la forma de sentir, cambiar la forma de estar en un mundo que es diferente al que se conocía.
Hay una sesnsación de angustia que se podera del corazón cuando la persona que ha perdido a un ser querido se da cuenta de que no solo lo ha perdido a él o a ella sino que de alguna forma se ha perdido a sí mismo también y que la persona que era tampoco va a regresar. Vacío es lo que se puede sentir ante tal situación: la muerte aparentemente nos mata.
Ante todo esto me vienen a la mente un par de ideas, por un lado la frase de Elisabeth Kubler Ross: “La muerte no existe, la muerte es sólo mudarse a una casa más bella”; por otra parte para los que somos cristianos la certeza de que Cristo nos consiguió la vida eterna lo cual es similar a las ideas que existen sobre la muerte en otras religiones o creencias ¿cómo pueden empatar estas ideas con el vacío que genera la muerte de alguien amado en el corazón?
En mi proceso personal me he dado cuenta de que todo esto se explica comprendiendo que el amor no termina con la muerte, que los seres amados que han muerto siguen existiendo y que los vínculos que se mantienen con ellos no se rompen, la vida, el amor, los vínculos simplemente se transforman, la existencia se transforma, la de los que mueren y las de los que vivimos también. El mundo cambia con la muerte nos guste o no.
“¡Déjalo ir!” se dice comúnmente pero esa frase nos da la idea de que se les abandona y se les pierde para siempre, lo cual genera mucha angustia ¿qué tal si cambiáramos esa idea por otra muy distinta? “Sigamos adelante juntos” ¿Cómo? Simplemente VIVIENDO. Hay personas que han muerto y que sin embargo viven más que muchos que respiran y simplemente transitan por el mundo, pero para lograrlo hay que hacer lo que a la mayoría nos asusta demasiado: CAMBIAR, pero más que cambiar TRANSFORMARNOS.
¡Cómo me costó dejar ir a la persona que fui en otra época! ¡Cómo me costó aceptar que no podría ser la misma para siempre y que la única forma de avanzar era dejar de ser la que era para convertirme en una nueva persona! Nunca habría sido capaz de darme cuenta de eso si el dolor no hubiera llegado a mi vida, porque el dolor por perder a alguien que amo profundamente fue inevitable pero mi sufrimiento surgió de mi lucha por aferrarme a la vida que antes tenía y a la persona que antes era.
¿Te has sentido así alguna vez? ¿Extrañas tanto a esa persona que murió que la vida parece no tener sentido? ¿Ya no sabes bien quién eres hoy? Se que nadie entiende lo que sientes mas que tú, nadie puede siquiera imaginar lo que has vivido pero hay cosas que aunque suenen extrañas podrías probar. Una de ellas es dejar que el dolor te atraviese en lugar de seguir escapando de él, el dolor es horrible, es incómodo pero el sufrimiento destruye, el dolor transforma; el sufrimiento aparece cuando peleas con la realidad y te resistes a lo irremediable.
El dolor transforma, se que da miedo pero siéntelo, vívelo, llóralo el tiempo que sea necesario al tiempo que te das tiempo de descubrir la persona en la que te vas convirtiendo. ¡Conócete de nuevo! ¿Quién eres hoy? ¿Qué te gusta, qué te mueve, qué te impulsa y qué te detiene? ¿Qué es valioso para ti hoy? Si buscas con amor y con paciencia seguro encuentras algo que le da valor no solo a tu vida, sino a la vida de tu ser amado muerto y de las personas que hoy están a contigo. Emprende un viaje hacia dentro de ti y poco a poco irás teniendo esos nuevos medios que te permitan estar en el mundo de una nueva manera, lo más hermoso es que entre esos recursos está una nueva sensibilidad que te permitirá sentir y experimentar a esa persona amada que murió, así como una forma transformada de vivir tu vínculo con él o con ella, no para vivir atado o atada a un fantasma, sino para volver a ser libre para volar a nuevas experiencias que tal vez no habrías imaginado en el pasado.
He aprendido que el cambio no es una desgracia sino uno de los regalos más grandes que Dios nos ha dado y que Él nos acompaña siempre mientras cambiamos, nos guia y nos ayuda. Cambiar es crecer, cambiar es avanzar, pero no es obligación, tu decides ¿qué puedes perder? ¿te atreves a intentarlo?
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