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Foto del escritorCelina Robles Montiel

La vida es un viaje

Justo acabamos de festejar la Navidad, ese hecho concreto en el que Dios envió a su hijo a salvarnos, un acontecimiento que parece lejano pero que trasciende el tiempo y puede ocurrir hoy en nuestra vida, si lo permitimos. Pero ¿qué significa en realidad la salvación que vino a traernos Jesús? Sabemos que salvándonos nos abrió las puertas del cielo, que gracias a él tenemos la esperanza de la vida eterna ¿acaso eso significa pasar por esta vida sólo esperando a morir confiando que Dios este de buen humor ese día para dejarnos entrar al cielo? Yo creo que no y un ejemplo de eso es la entrañable historia de los Reyes Magos.

Al principio se resistieron a creerlo pero la luz de aquella estrella no dejaba lugar a dudas, algo maravilloso había ocurrido, la salvación había llegado al mundo pero ¡parecía tan terriblemente lejana! Seguramente aquello maravilloso que había sucedido no era para ellos, estaba demasiado lejos. Imagino que tal vez, sólo tal vez, algo así vivieron aquellos reyes que recorrieron una gran distancia para visitar a Jesús; creo que nuestra búsqueda de Dios, el camino que tenemos que recorrer para encontrarlo es muy parecido al viaje que hicieron aquellos reyes.

Me intriga pensar qué los movió en realidad a emprender ese viaje y en seguida pienso en la estrella ¿Quién ve una estrella? Sólo aquel que dirige sus ojos al cielo, sólo el que mira hacia arriba, el que se cansa de mirar el suelo, creo que los Reyes lo hicieron y sus ojos se encontraron con la estrella, esa estrella que los movió a dejarlo todo y emprender el viaje

Creo que la salvación es precisamente eso: un viaje. Jesús nace para inspirarnos a emprender ese viaje, que es incierto, que a veces nos asusta, pero que a la vez es totalmente fascinante. Seguro aquellos Reyes en su camino hacia Belén experimentaron de todo; recibimientos y despedidas, alegrías y tristezas, aciertos y errores. Tal vez pasaron tiempo en algunos lugares, pero también tuvieron que dejar atrás muchas cosas a lo largo del trayecto, sabemos que incluso en algún momento perdieron el rumbo y dejaron de ver la estrella, tal vez el cansancio les hizo perder la paciencia, dejaron de ver al cielo y recurrieron a las personas equivocadas para encontrar de nuevo la ruta, sin embargo la estrella, imagen de la fuerza y el amor con los que Dios nos llama, volvió a aparecer o más bien creo que ellos recuperaron la capacidad de verla. Yo creo que en realidad la estrella nunca se escondió, fueron sus ojos los que distraídos por la impaciencia y el cansancio se nublaron por un tiempo.

¿Porqué hacerlo tan difícil? ¿porqué la necesidad de emprender un viaje tan largo? Estoy segura de que aquellos hombres que emprendieron el viaje no eran los mismos cuando llegaron a Belén y encontraron al niño, el camino los había cambiado para siempre, pero también estoy segura de que esa transformación fue lo que les permitió encontrarse con Jesús. Esa transformación les dio lo que necesitaban para lograr ese encuentro que los movió a volver a su casa “por otro camino” el camino de la felicidad, de la plenitud, de la confianza y de la paz.

Los seres humanos somos buscadores, en nuestra vida siempre buscamos algo sólo que a veces no buscamos las cosas correctas o peor aún no sabemos en realidad lo que buscamos ni lo buscamos en los lugares adecuados. Piensa por un momento ¿no estás cansado de mirar al suelo, de concentrarte en las piedras y en el polvo del camino? ¿por qué tan solo para variar no miras por un momento al cielo como hicieron los Reyes? Es ahí mirando al cielo que verás tu estrella, seguro la has visto ya aunque no hayas querido darte cuenta, tu estrella es eso que te incomoda, eso que te impulsa a pensar que algo no está bien, que algo te falta ¡no cierres los ojos! ¡no bajes la mirada, es el mismo Dios que te busca! Se necesita valor para verla porque cuando lo hagas te causará tal insatisfacción que no tendrás más remedio que seguirla y casi siempre eso asusta, es más cómodo quedarte donde estás aunque no seas realmente feliz, sin embargo si logras vencer el miedo emprenderás el viaje y vivirás la transformación que te permita experimentar el cielo desde hoy.

Cuesta trabajo darnos cuenta de que todas nuestras búsquedas van dirigidas a Dios, el camino nos llevará tanto tiempo como sea necesario para entenderlo, el tiempo que necesitemos para soltar todo lo demás y abrir nuestro corazón a su amor incondicional. La salvación es la oportunidad que Dios nos da de vivir en la libertad de elegir y recorrer el camino que nos lleve de regreso a su amor, si por él fuera nos tomaría en brazos y no nos soltaría jamás, pero no hay amor sin libertad, por eso el camino lo tenemos que recorrer cada uno. Su promesa, sin embargo, es no abandonarnos jamás, él te mandará tu estrella cuantas veces sea necesario para que la veas y te decidas a seguirla, a partir de ahí hará todo lo que sea necesario para que completes tu viaje, para que encuentres todo lo que en verdad necesitas y logres vivir de otra forma, para que logres ser verdaderamente feliz desde esta vida.

¡No tengas miedo! Levanta tus ojos, mira tu estrella y síguela, lo mejor está por venir.



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