¿Has nadado alguna vez en el mar tratando de ir contra las olas? Te cuento una historia:
Había una vez un navegante que en medio del océano naufragó y se encontró de pronto nadando en el mar, a lo lejos veía la orilla de una isla que significaba salvar su vida, siempre había sido valiente, perseverante y seguro de sí mismo, así que decidió dedicar todo su esfuerzo en llegar allá. Empezó a nadar con todas sus fuerzas pero la corriente era muy fuerte, así que lo poco que lograba avanzar lo retrocedía cuando venían las olas. Lo intentó por mucho rato, pero llegó el momento en que el cansancio lo venció y se dio cuenta de que no lo iba a conseguir así que decepcionado y resignado decidió dejar de luchar y dejarse llevar por las olas hasta encontrar la muerte. Cerró los ojos pero después de un rato se dio cuenta de que las olas lo habían llevado a otro lado de la isla, que la orilla estaba mucho más cerca que la otra y que las olas no lo alejaban sino que lo empujaban hacia la playa así que decidió aprovecharlas y nadar, de forma que en poco tiempo logró llegar. No era la orilla que había tratado de alcanzar, pero justo ahí encontró todo lo que necesitaba para sobrevivir junto con muchas otras cosas maravillosas que le permitieron vivir de una forma que no había imaginado. Tiempo después explorando la isla, se dio cuenta de que la playa que había tratado de alcanzar al principio no tenía salida y si hubiera llegado ahí habría muerto irremediablemente.
¡Cuántas veces en la vida nos encontramos luchando por alcanzar playas que se nos muestran como lo mejor y que no logramos alcanzar! ¡Cuánto nos desgastamos sin saber que lo que verdaderamente necesitamos está en otro lugar que nos negamos a encontrar!
Dice el evangelio en libro de Mateo: “Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a si mismo, que cargue su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que pierda su vida por mi la encontrará.” (Mt 16, 24-26)
¡Qué fuerte lo que nos pide Jesús! Pareciera que tenemos que renunciar a vivir, dejarnos morir, resignarnos a vivir en el dolor, pero no es así, este pasaje habla únicamente de vida no de muerte, de felicidad no de sufrimiento. Renunciar a mí mismo es dejar ir todo aquello que aparenta ser lo mejor pero que en realidad me separa de la felicidad y la vida verdaderas. Sólo dejando ir esos sueños que salen totalmente de mi naturaleza humana, puedo hacer espacio para los sueños que tiene Dios para mí.
¿Cómo lo puedes lograr? Eso mismo le he preguntado miles de veces a Dios cuando no encuentro el camino, cuando en medio de la frustración siento que no me escucha y que me niega lo que según yo necesito para estar bien y ser feliz, pero aunque no es fácil llevarlo a la práctica, él me ha respondido en lo hondo de mi corazón: “Deja de confiar en tus criterios y en tus fuerzas, hay cosas que no alcanzas a ver, que no puedes entender aún y confía sólo en mí, déjame actuar en tu vida y no te resistas más.”
¿Estás cansado de luchar? ¿Sientes que no logras alcanzar eso que deseas, que necesitas? ¿No sabes a dónde ir? Cómo el naufrago, por un momento para de luchar, cierra los ojos y déjate llevar por las olas, más pronto de lo que crees verás a lo lejos otra playa que se ocultaba a tus ojos, siente como las olas te empujan hacia allá, en ese momento vuelve a nadar, vuelve a luchar, seguramente te costará trabajo, tendrás que esforzarte, pero a diferencia de antes, ahora si lograrás avanzar porque las olas te empujarán hacia allá y ten por seguro que llegarás.
Esas olas de la historia son imagen del amor de Dios actuando en tu vida, de ese amor que te empuja lejos de lo que pensabas era tu salvación para llevarte a la felicidad y a la vida verdadera.
Dios desea que seas plenamente feliz, desea para ti no sólo ALGO lindo y bueno, desea para ti TODO lo mejor y lo perfecto, cuando llegues al cielo a su lado sí, pero no sólo hasta entonces, lo desea para ti desde hoy en la circunstancia y en el lugar en el que te encuentras en este momento.
Recuerda que la felicidad es plenitud, es paz, es una forma de recorrer el camino de la vida de forma que puedas vivir con conciencia de todas las cosas buenas que llegan a ti a diario, disfrutándolas y aprovechándolas para tu bien y el de los demás, pero también aceptando los dolores y las penas con paz, sabiendo que son también parte de lo que te llevará a los hermosos sueños que Dios tiene para ti.
¡No te resistas más y deja que las olas, te empujen a esa playa donde encontrarás la plenitud, donde hallarás, no lo que buscas, sino lo que Dios sabe que te hará ser plenamente feliz. Lo que encuentres en esa playa, en esa otra orilla, ten por seguro que te sorprenderá, no renuncies a llegar allá.

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