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Foto del escritorCelina Robles Montiel

Mi Dulce Amigo

Pasé muchos años de mi vida sin conocer el verdadero dolor, temiéndolo y esquivándolo, como hacemos todos, pensando que si hacía bien las cosas tal vez lograría escaparme ¡Cuántas veces di las gracias porque había tocado otra puerta y no la mía! Sin embargo, llegó, no lo busqué, no lo pedí, no lo entendí, pero llegó.

Hoy el dolor me acompaña y sé que me acompañará siempre, pero se ha convertido en un dulce amigo que se ha acomodado en un lugar de mi corazón donde ya no estorba. He aprendido a convivir con él, a veces me siento a su lado y lo abrazo, platicamos un rato, lo dejo tocarme y después lo regreso a ese lugar donde no molesta, donde simplemente existe rodeado de todas las cosas hermosas que hay hoy en mi vida; otras veces se mueve de lugar sin permiso y lo revuelve todo, tal vez me lastima un poco, pero he aprendido a no tenerle miedo, hoy se cómo acercarme a él, como hablarle para que se calme y aunque a veces cuesta, ahora sé cómo devolverlo a ese pacífico lugar donde no hace daño y donde no evita que la felicidad viva y se mueva. Me sorprende bastante es la verdad, pero veo como ambos, mi dolor y mi alegría bailan juntos convirtiendo mi vida en algo realmente especial, distinto a todo lo que hubiera imaginado.

Hoy he descubierto que el dolor tiene magia, porque ha sido capaz de mostrarme quien soy en realidad, de sacar lo mejor de mí, de impulsarme a hacer cosas que de otra forma nunca habría hecho, sin él yo no sería la que soy ahora. Una de las cosas más bellas que me ha pasado en la vida es que experimentarlo de esta manera me permite hoy acercarme al dolor de otros sin miedo, hoy soy capaz de entrar a ese lugar de donde otros huyen tratando de evitar que el sufrimiento los toque: el corazón adolorido de otro ser humano. ¡Qué honor y qué bendición es que una persona te deje entrar ahí! ¡Jamás lo hubiera pensado! Tratando de ayudar a otros a acomodar su dolor me he encontrado con Dios cara a cara ¡qué hermosa sorpresa! ¡no imaginé que lo encontraría en ese lugar! Ahí, donde normalmente nos sentimos más abandonados es justo donde está Jesús, ese es el para qué de su sacrificio: que supiéramos que conoce nuestro dolor porque lo ha vivido en carne propia y nos acompaña ahí ¡Jamás estamos solos en nuestro sufrimiento!

Hoy sé que mi dolor es el precio que he tenido que pagar por el amor tan grande que tuve la fortuna de vivir y lo volvería a pagar mil veces, porque el amor vale la pena, porque la vida vale la pena.

¡Qué grande es Dios que hasta en el dolor puso un regalo!

¿Ha sido fácil descubrirlo? ¿siempre lo he sentido así? La respuesta a ambas preguntas es NO. Tuve y todavía tengo días en los que se me olvida, en los que el cansancio me vence y creo no poder más, pero la voz de Dios siempre es más fuerte, su amor me acompaña cada día, ha sido y es capaz siempre de sacarme de ahí, de levantarme, de darme fuerza y de convencerme de seguir porque más adelante tiene una nueva y hermosa sorpresa esperándome; aunque voy mejorando muy poco a poco, frecuentemente me resisto, pero siempre acabo por creerle y todas absolutamente todas las veces es verdad.

No se trata de ninguna manera de romantizar el dolor, ni de invitarte a ir detrás de él ¡evítalo siempre que puedas! Pero si ya llegó o si algún día llega sin que lo busques como me pasó a mí, solo te pido que no pierdas la esperanza, está bien no estar bien cuando la situación así lo amerita, hay temporadas donde lo importante será simplemente resistir un día a la vez, pero aunque te cueste creerlo nunca estás solo, Dios va a tu lado y se quedará contigo todo el tiempo que sea necesario hasta que recuperes la fuerza para continuar.

Incluso si un día no puedes rezar, no te preocupes, sólo dirige tu pensamiento hacia Dios, no para que él se acuerde de ti, sino para tú puedas llegar a verlo.

Si hoy tú no estás sufriendo, simplemente vive con todas tus fuerzas, toma conciencia de quién eres y deja que Dios te toque en tu alegría, y cuando recemos, tú y yo que hoy podemos, no olvidemos orar siempre por aquellos que doblados por el dolor no son capaces de hacerlo, mañana tal vez lo necesitemos también.


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